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En crisis: “Somos el único centro de reciclado electrónico en el NOA y la gente no está trayendo cosas”

La tecnología y el consumismo avanzan cada vez más rápido y el ritmo de crecimiento que llevan, hace que desechemos aparatos electrónicos que muchas veces funcionan, pero se perciben como anticuados. Computadoras, celulares, tostadoras, ecógrafos, auriculares. Todos estos elementos reciben en Nave Tierra. Lo que ya no sirve, se desarma para recuperar cada elemento; aquellas cosas que todavia tienen vida útil, son restauradas para ser vendidas.

Sebastián “Pipa” Ogayar, es escritor, músico y artesano. También es el fundador de Nave Tierra y explica en diálogo con eltucumano.com cómo cambiaron las circunstancias en el centro de reciclaje, durante los últimos 5 años. “Me puse a estudiar robótica y electrónica para tener nociones básicas porque estaba decidido a hacer algo con la contaminación ambiental y fundé Nave Tierra. Hoy somos seis laburando. Vivimos en crisis porque somos el único centro de reciclado eléctrico en el noroeste y la gente no está trayendo cosas. En los últimos años se ve una disminución en la cantidad de elementos que llegan”, señala.

En el mejor momento de este emprendimiento sustentable, diez personas por día se acercaban con sus desechos tecnológicos. Hoy, solo llegan nueve personas por semana y, según Sebastián, no es suficiente. “Hace 3 meses empezamos a ver la posibilidad de quebrar, pero decidimos mutar. Ahora, además de reciclar lo que llega, restauramos algunas cosas que llegan en buenas condiciones y necesitan solo un arreglo, y después las vendemos. También hacemos arte a partir de los objetos obtenidos a partir del reciclado”, indica.

A partir del dinero que recaudaba a partir de sus otras actividades laborales, Sebastián hizo funcionar Nave Tierra. Hoy, en plena pandemia se dio vuelta el escenario y el centro de reciclaje se transformó en la base de la economía familiar. “Pasó a ser mi laburo principal. La coherencia es lo que falta, para que la gente traiga las cosas. Uno tiene conciencia de que el cigarrillo es malo, por ejemplo, pero falta la coherencia para dejar de fumar. Aquí pasa lo mismo: tenemos cerca de treinta mil seguidores en nuestras redes sociales, pero ni siquiera la gente que tiene conciencia ambiental trae material para reciclar aquí. Tratamos de apostar a generar conciencia y ver si podemos queremos ver si podemos seguir funcionando”, destaca. 

Cada uno de los elementos que se separan en el proceso de reciclaje, tiene un camino. “Tenemos herramientas simples, básicas y podemos trabajar todos los componentes. Desde un tomógrafo hasta una tostadora”, explica Sebastián y recalca que esta tarea debería ser asumida en los estados municipales para que pueda impactar a gran escala. 

“La potencia del desarme que tenemos tampoco es suficiente. Tratamos unas dos toneladas por semana, aunque parece mucho, no llegamos ni al 0,5% del total de artefactos electrónicos que se venden en un día Tucumán. Ese 95,5% es lo que termina contaminando”, remarca.

Según Sebastián, el motivo de que no haya más centros de reciclaje de este estilo está relacionado a un conflicto político y económico. Y además relaciona esta situación con la falta de leyes contra la obsolescencia programada y la obsolescencia percibida. “El capitalismo tiene desplegados sus ejércitos. Necesita de la producción continua del planeta”, sentencia.

El concepto de obsolescencia programada se refiere a la limitación intencionada de la vida útil de los productos que nos venden las grandes empresas con el objetivo de aumentar el consumo y la sustitución de estos artículos por otros nuevos. Mientras que la obsolescencia percibida, es aún peor y es la que se produce cuando la empresa, cada cierto tiempo, renueva superficialmente el aspecto de su producto. De esta forma, se promueve la compra del nuevo producto, haciendo que el anterior quede anticuado, a pesar de que su funcionamiento es adecuado. Esta se da a nivel mundial del mismo modo.

“Recibimos impresoras nuevas que la gente descarta porque el cartucho sale el 80% del valor total de la impresora. Llegan varias cosas con poco uso”, indica. “Se contamina mucho para poder elaborar estos recursos electrónicos. Por eso deberíamos pelar leyes para que, esa misma gente invierta tiempo para reutilizar esos mismos deshechos a la hora de lanzar nuevos productos. Hoy las leyes están hechas para comprar, producir y tirar. Tiráramos lo que producimos. En algún momento se van a invertir la tortilla y se van a hacer bien las cosas.  En algún momento desarrollaremos métodos que no contaminen y llegaremos a una producción mucho más amigable con el planeta. Los recursos son finitos, si no lo hacemos, vamos a colapsar.” 

En esta dirección invita a los tucumanos a ser coherentes con el contexto actual y llevar el material electrónico a Nave tierra. “Lo mejor q se puede hacer es traernos los desechos electrónicos así evitan contaminación y ayudan a seguir trabajando. Podemos crecer. Es como la parábola del picaflor: En un incendio en el bosque todos corrían desesperados, mientras que el único que llevaba agua era el picaflor. Si todos nos juntamos, solucionamos el problema”, concluye.

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